Desde mi formación y experiencia como politóloga, he descubierto la importancia de hablar de la salud mental, ya que está presente en todos los ámbitos de la vida, y tampoco debemos de esperar al Día Mundial de Prevención del Suicidio ni el Día Mundial de Lucha contra la Depresión para hablar sobre ella.

Hay quienes llevan una batalla silenciosa de manera constante frente a los transtornos mentales y sobre estos hay gran variedad de información en internet, tanta que podemos caer en el autodiagnóstico y la desinformación. Minimizar las emociones o sobredimensionarlas puede hacernos llevar a un abordaje peligroso y perjudicar a quien realmente libra aquellas batallas ¡Tengamos cuidado con ello!

Se entiende por salud mental al estado de bienestar donde las personas logran enfrentar a los diversos momentos de estrés y desarrollar todas sus habilidades sociales. Según la Organización Mundial de la Salud, la salud mental también está relacionada a la capacidad de tomar decisiones, establecer relaciones, aportar a la comunidad y va más allá de la ausencia de trastornos mentales.

Cada persona vive y experimenta un proceso complejo diferente, con diversos grados de dificultad y angustia. Las afecciones de salud mental comprenden trastornos mentales, discapacidades psicosociales y estados mentales asociados a altos grados de angustia, discapacidad funcional o riesgo de conducta autolesiva. Y en mucho de los casos perjudica las relaciones sociales, laborales y educativas cuando no se tiene un debido tratamiento porque el desgano, la falta de interés por la vida, la tristeza, la angustia es más intensa.

El acceso a la salud sigue siendo un tema pendiente del Estado peruano y en ese rubro la salud mental es la más olvidada, por ejemplo, en la Política Nacional de Salud al 2030, esta no está considerada pese a lineamientos y leyes que demandan una intervención al respecto. Por otro lado, existen 248 Centros de Salud Mental Comunitaria a nivel nacional que dan atención ambulatoria en trastornos mentales, pero no todas las regiones tienen un centro especializado y su acceso no es fácil ni sencillo por todo el carácter burocrático y la alta demanda que implica para obtener una cita.

En 2022, la Plataforma de Seguimiento de las Acciones de Salud Mental registra que en el Perú se atendieron 274,930 casos vinculados al trastorno del humor. Es decir, aquellas afecciones vinculadas a la depresión; 44,276 casos por trastorno de la personalidad y del comportamiento en adultos; y 5757 casos por lesiones autoinfligidas intencionalmente; por señalar algunos reportes. Sin embargo, la depresión es uno de los principales transtornos que afecta a la población mundial y su falta de atención debidamente desencadenan en suicidio y en 2022 fueron 615 personas entre enero y diciembre que fallecieron por ello.

Existe un gran número de personas que no logran recibir un tratamiento adecuado, ya sea por el estigma o por factores económicos. En pleno siglo XXI, y pese al aumento de las redes sociales, sigue siendo tabú ir a una consulta psicológica y más aún psiquiátrica. El miedo a la percepción de que les consideren como “loco” o “loca” es grande. Por otro lado, el costo promedio de las consultas psicológicas y psiquiátricas oscilan en mínimamente 100 a 200 soles por sesión. Por ello, acceder a este servicio resulta ser un privilegio.

Pese a que actualmente la población tiene mayores nociones sobre la salud mental, debido a la cantidad de información en internet, se requiere mayor abordaje de manera profesional. Asimismo, demanda que el Estado continúe implementando políticas y garantice un estado de bienestar mental. Se quiere de personal capacitado para que los pacientes sean tratados como personas y no como meros diagnósticos en salud mental. Además de espacios físicos adecuados para una intervención ya sea clínica o ambulatoria.

Finalmente, sabemos que los trastornos mentales no solo afectan a quien los padece, sino también a las personas de su entorno, por ello todos y todas deberíamos tomar conciencia sobre la salud mental y con la debida responsabilidad para que la angustia y ansiedad sea más llevadera y controlable.