Escribe: En Movimiento
Las reacciones ante la pandemia por el COVID-19 se enfocan principalmente en la búsqueda de culpables, alentadas por la información disponible en medios de comunicación y redes sociales que muestran diversos discursos, desde enfoques racistas hasta teorías conspirativas que apuntan a gobiernos de potencias mundiales.
Sin embargo, esto no resuelve el problema de fondo pues no se consideran todos los factores y hace inviable entender el panorama completo de la pandemia al carecer de soluciones sostenibles.
Somos conscientes de la brecha metabólica, la cual ha generado una desconexión de la humanidad con sus medios de subsistencia, incluida nuestra alimentación. Desde la comida fetiche de clases altas que promueven el tráfico de animales silvestres, hasta la producción masiva de alimentos que contienen altas dosis de antibióticos o de pesticidas que generan problemas a la salud de todos los seres vivos y los ecosistemas en donde habitan.
Esta pandemia pone sobre la mesa la aparición de nuevas enfermedades, causadas por virus poco o nada conocidos por el ser humano y normalmente ocultos en la naturaleza, pero liberados producto de las acciones humanas sobre el ambiente y que se propagan velozmente entre nuestras sociedades.
Esto nos hace reflexionar sobre dos puntos importantes al respecto:
a. Tráfico ilegal de la fauna silvestre
Los humanos destruimos ecosistemas, reducimos el número de especies, y como consecuencia el planeta pierde biodiversidad. Esto ocasiona que desaparezcan especies intermedias que actúen como barreras biológicas para la transmisión de ciertas enfermedades, favoreciendo el contacto de manera directa a las enfermedades con las cuales no teníamos vínculo alguno.
Por otro lado, según la Agencia de Policía Internacional (Interpol), el tráfico de flora y fauna silvestres es la tercera actividad ilícita más lucrativa del mundo luego de la comercialización de drogas y armas, pues mueve aproximadamente unos 20 mil millones de dólares al año. Por ejemplo, en Perú se han decomisado aproximadamente 13,033 animales silvestres vivos, solo entre el 2009 y el 2012, según datos del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), donde la mayoría son capturados para ser destinados como mascotas a los hogares peruanos. Entre las especies más traficadas se hallan las boas, iguanas, lagartos, tortugas y anfibios como la “Rana del Titicaca”, esta última es muy cotizada por su carne.
Esto nos lleva a reflexionar, sobre cuál debe ser el mensaje con respecto al tráfico ilegal de fauna silvestre, el cual está también estaría relacionado con la destrucción de nuestros bosques, océanos, ríos y demás ecosistemas.
Debemos entender que somos parte de la biodiversidad que existe en el planeta y mientras conserve su equilibrio, se pueden evitar riesgos de posibles enfermedades; actualmente invertimos grandes cantidades de dinero en contener al virus, donde el éxito no es vencer la pandemia, sino que tomemos consciencia de que debemos parar la destrucción y perturbación del ambiente con las prácticas que actualmente llevamos. Para ello es necesario recuperar y conservar los ecosistemas, dándole verdadero valor a la naturaleza como “barrera” ante este tipo de fenómenos, como un servicio ecosistémico.
b. Impacto positivo de la cuarentena al ambiente
A pesar que el COVID-19 afecta a la humanidad en distintos aspectos de manera negativa, percibimos que existe un impacto real e indudable en el ambiente, desde que se tomaron las medidas de aislamiento social obligatoria.
En estos días, hemos observado que diversas especies han recuperado sus espacios de reposo, de búsqueda de alimentos, etc. Por ejemplo, el avistamiento de aves y delfines en el litoral limeño. Además, la reducción de la actividad industrial y el transporte con vehículos de combustión, dejan -en menor escala- efectos secundarios relativamente positivos para el medioambiente y la salud de las personas. Por ejemplo, la reducción de un
25% de las emisiones de CO2 de China.
Asimismo, en Italia se ha mostrado una disminución significativa de la concentración de contaminantes como el dióxido de nitrógeno con el uso de imágenes satelitales.
Por último, en Perú, las mediciones de la calidad del aire tomadas por las estaciones del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) y la Dirección General de Salud (Digesa), registraron el valor más bajo de contaminación de aire por material particulado fino (PM 2.5) de los últimos 3 años.
Los impactos positivos del aislamiento social obligatorio en el ambiente demuestran cómo las actividades humanas son directamente responsables del daño ambiental que vemos día a día y tristemente hemos normalizado. No es más sino la evidencia de que el modo en que vivimos no es sostenible sino invasor, depredador y contaminador. El modelo de producción actual de un sistema económico sin cambios genera altas externalidades negativas.
Considerando lo anterior, debemos reflexionar sobre el impacto que realmente tenemos en el ambiente como parte de este planeta, los seres humanos no estamos por encima de la naturaleza, somos parte parte del balance perfecto que ella ha construido durante millones de años y que estamos poniendo en muy serio peligro; necesitamos replantear nuevas maneras convivir con la madre naturaleza y llevar a cabo nuestra actividades a un corto y largo plazo de forma sostenible, desde repensar nuestras necesidades prioridades de consumo, hasta su definición de cuáles son esenciales y cuáles no para la sociedad, trabajando por nuevos límites de consumo y nuevas políticas públicas.
Debemos iniciar un cambio a partir de ahora, construyendo propuestas, investigaciones y desarrollando tecnología que nos permita continuar una convivencia armoniosa con la naturaleza.
Después de esto no debemos volver a la normalidad.
Referencias y bibliografías
Agencia Peruana de Noticias. (2020). Coronavirus: conoce el riesgo para la humanidad de comerciar con fauna silvestre. Perú: Andina.
Efe Verde. (2020). ODS13. Las emisiones de CO2 caen un 5,8% en 2019 pero bajarán mucho más por el COVID-19. España: Corresponsables.
Monteferri, B. Un llamado a la empatía: tráfico de fauna silvestre en el Perú. Perú: Conservamos por naturaleza.
Palou, N. (2020). Los satélites confirman que el Covid-19 y el confinamiento reducen la contaminación. España: La Vanguardia.
Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), Ministerio de Agricultura y Riego del Perú. (2017). Estrategia nacional para reducir el tráfico ilegal de fauna silvestre en el Perú 2017-2027 y su plan de acción 2017-2022. Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú, N° 2017-11731.
Tena, A. (2020). La destrucción de los ecosistemas, el primer paso hacia las pandemias. España: Público.