La pandemia del Covid-19 viene golpeando a todo el mundo y el Perú no es una excepción. No es solo la afectación en la salud y lo que conlleva socialmente, también en lo económico, con mayor fuerza en un país como el nuestro, donde gran parte de la producción depende de emprendimientos informales que dan trabajo a casi el 70% de la población en el país.

Uno de tantos sectores que la viene pasando muy duro con la crisis es el cultural, que encima de la grave situación que sufre la gran mayoría, debe soportar el desdeño de periodistas y políticas que siguen con los viejos prejuicios de que la cultura “no es importante”, mientras viven y soportan el confinamiento obligado de estos meses con la música, el cine o los libros de los “prescindibles”.

Desde que se empezó a ver que la cuarentena tenía para largo rato, y que incluso después de levantarse, uno de los últimos sectores en poder reactivarse de cara a su público sería el cultural, los artistas, por su cuenta y organizados, comenzaron a gestionar ayudas de su entidad oficial, el Ministerio de Cultura, similar a los bonos prometidos por el gobierno a los más vulnerables, que, como se sabe, llegaron en la mayoría de los casos tarde, cuando no llegaron. Esos bonos, pensados en familias en extrema pobreza, no tomaban en cuenta a quienes viven de un sector tan precario e inestable como el cultural, donde pueden algunos tener cierto éxito momentáneo, pero todo es siempre efímero al carecerse de reales industrias culturales, más allá del nombre en el Ministerio.

Hubo que esperarse más de dos meses de la declaratoria del estado de emergencia para que se promulgara el Decreto de Urgencia N° 058-2020, donde “Aprueban mecanismos de amortiguamiento para mitigar los efectos económicos en el sector Cultura producidos en el contexto de la Emergencia Sanitaria por el COVID-19”. En el camino se supo, por el propio Primer Ministro, que una propuesta del Ministerio de Cultura para acogerse a ayudas a los artistas y gestores culturales no había pasado el filtro de su despacho y, encima, la Contraloría General de la República puso al descubierto que “el Ministerio de Cultura ha remitido al Ministerio del Trabajo y al Ministerio de Desarrollo e Inclusión social listados de personas que solicitan subsidios monetarios por ser artistas y/o gestores culturales, los cuales carecen de filtros o mecanismos que permitan comprobar su veracidad; generando el riesgo que la información trasladada sea imprecisa y no permita conocer la real cobertura de las ayudas gestionadas y si estas corresponden a personas del ámbito cultural en situación de vulnerabilidad”.    

Tal vez toda esta desafortunada gestión previa en el órgano rector de la cultura explique por qué el Decreto que otorga 50 millones de soles para las líneas de apoyo del ministerio resulta más de lo mismo y no el salvavidas urgente y rápido que demandaban los artistas y gestores culturales de a pie, que son la mayoría en el país. A falta de una data confiable del sector, solo quedaba lanzar concursos para que cada uno se inscriba y defienda con su pañuelo.

La convocatoria a concursos, que es práctica habitual del Ministerio en el campo del cine y otros sectores, es comprensible en situaciones de normalidad (por usar un término de moda), pero no parece tener sentido de la urgencia y dimensión de la crisis en una emergencia, donde lo que se demanda es casi la supervivencia. Todo concurso es por naturaleza selectivo, lo que implica que quienes no logren ganar, quedarán en el abandono, casi un darwinismo cultural, más aún porque en muchos casos los artistas carecen de la formalidad requerida, a pesar de que sus creaciones son públicas.

¿Y cuál sería el criterio para escoger a una práctica cultural y no otra? Dado que el decreto y las bases de aplicación plantean la compra de obras y producciones por parte del ministerio ¿Qué pasaría con los trabajadores técnicos y personal de apoyo que participaron en esos productos, pero que ya no recibirían nada por ese concepto?

Otro rubro contemplado es sostenimiento de organizaciones y espacios culturales, donde se ha incluido, por ejemplo, a las salas de cine, lo que podría beneficiar a corporaciones como Cineplanet y Cinemark, que ya han sido beneficiadas con los créditos generosos del programa Reactiva Perú. ¿Cómo se va a determinar el apoyo en este caso si no se han establecido filtros previos?

De otro lado están los tiempos burocráticos, porque se han demorado más de dos meses en sacar el decreto y otro más en publicar las bases y publicarlo en su página web, que estarán abiertas hasta septiembre, para ser conocidos los beneficiarios en octubre o noviembre y poder cobrar, en el mejor de los casos, a inicios del 2021.   

Mientras tanto, nos enteramos que Hernán Condori, el popular Cachuca del grupo Los Mojarras ha visto llevarse en estos meses a sus familiares y él mismo ha estado en grave situación de salud por el virus, siendo recién apoyado cuando se hizo pública su dolencia, lo que permitió el protagonismo asistencial del alcalde de La Victoria. Y no es el único caso, actores y técnicos han pasado por lo mismo, en algunos casos con resultados trágicos. Así está la cultura en el país.