Recientemente el Instituto Nacional de Salud anunció que su equipo de biólogos moleculares consiguió secuenciar el genoma de SARS-CoV-2 (coronavirus), pero ¿entendemos lo que eso significa?

Como población tenemos la percepción de que esto es algo importante y bueno en la lucha contra la enfermedad, pero poco entendemos de para qué realmente sirve esto.

Esta nota no pretende ser un texto académico sino más bien un texto informativo y que llegue a ser comprensible incluso para quienes no están familiarizados con los términos biológicos y, es por eso, que voy a usar analogías que todos podamos acompañar para entender lo que es un genoma, su organización y su importancia.

El genoma contiene la información que hace que cada especie sea como es, es decir, que los patos tengan sus características específicas, así como las moscas, las manzanas o los humanos, por ejemplo.

Digamos que un genoma es un chip de memoria que carga la información organizada de cada especie.

Dentro del chip (genoma) de cada especie, hay un número definido de carpetas (cromosomos) y dentro de estas carpetas existen archivos (genes) con información específica.

Usando esta analogía podemos entender de manera general lo que es un genoma y cómo se organiza la información en él contenida.

Cuando queremos acceder a la información almacenada en un chip de memoria, lo que hacemos es usar algún dispositivo para leer el chip, de la misma manera, para leer la información de un genoma se usa una máquina llamada “secuenciador”. La tarea de secuenciar un genoma es básicamente brazal y nos proporciona la informacion genómica en bruto que es indispensable para su análisis funcional posterior.

Hace dos décadas que se hacen secuenciamientos de genomas completos y con esta información, los científicos de todo el mundo tratan de comprender los mecanismos biológicos de los diferentes organismos a fin de, por ejemplo, reforzar los rasgos de interés y atenuar los indeseados.

La secuenciación de un genoma permite también conocer las regiones de este donde hay variabildad y las regiones conservadas; usando nuestra analogía diríamos que descubriríamos que archivos son editables (regiones variables) y qué archivos no permiten edición jamás (regiones conservadas).

El primer genoma de SARS-CoV-2 se obtuvo en Wuhan a finales de diciembre de 2019, esto permitió identificarlo como un coronavirus y comprobar que era diferente de otros coronavirus conocidos.

Al expandirse el virus por el mundo, otros países, entre ellos el Perú, hicieron el secuenciamiento del genoma de SARS-CoV-2 presente en sus ciudadanos afectados.

Muchos han cuestionado lo siguiente: si China ya había hecho esto ¿por qué los demás países se molestaron en secuenciar al virus localmente?

Siendo el genoma de SARS-CoV-2 un genoma simple de ARN, pequeño, la aparición de variaciones o mutaciones se dan con más frecuencia de lo normal para adaptarse rápidamente a nuevas condiciones o portadores.

Para ver la acumulación de esas variaciones en el genoma (usando la analogía diríamos en qué archivo de qué carpeta del chip) es preciso comparar los genomas de muchos virus y para ello es imprescindible poder acceder a la información que se va generando desde los distintos países.

La información secuenciada de genomas de SARS-CoV-2 generada en todos los rincones del mundo es compartida en una plataforma establecida previamente para la vigilancia de la gripe. Esta plataforma se llama GISAID (siglas de Global Initiative on Sharing All Influenza Data).

Toda esa información está disponible para la comunidad científica internacional de tal forma que puedan hacer comparaciones de genomas, identificar variaciones o alteraciones y de esa manera conocer cómo va mutando el virus.

Por otro lado, con el análisis de la información del genoma se pueden trazar las rutas de transmisión del virus en tiempo real.

Otra ventaja de conocer la secuencia del genoma de SARS-CoV-2 y sus variaciones es identificar potenciales secuencias (generalmente no variables) que codifiquen rutas o proteínas que puedan ser dianas de fármacos; es decir, se podrían diseñar drogas específicas para tratar el Covid-19, en lugar de ir al azahar probando fármacos preexistentes.

Otra aplicación práctica del conocimiento del genoma del SARS-CoV-2, la más esperada, es la posibilidad de desarrollo de vacunas (vacunología inversa) por medio del análisis de secuencias del genoma, con herramientas de bioinformática, para identificar antígenos candidatos vacunales. Este es un proceso más complejo y no vamos a entrar en detalles, pero quedémonos con la información de que el conocimiento del genoma también es importante para la aceleración de la tarea de obtener vacunas eficaces.

La aplicación de la información del genoma del SARS-CoV-2 es amplia, es realmente una larga lista de etcéteras.

El SARS-CoV-2 cada vez es un enemigo menos desconocido y más aún ahora que el genoma ha sido secuenciado en varios lugares.

El hecho de que nuestro país haya aportado información del genoma de SARS-CoV-2 a la plataforma GISAID nos coloca a nivel mundial como un país capaz de colaborar con la comunidad científica internacional. Este es un hito biotecnológico en nuestro país.

A nivel nacional es importante que la población conozca el trabajo de los centros de investigación locales, no solo para aplaudirlo, sino también para que sea evidente que uno de los pilares de desarrollo del país es la investigación científica.

El Estado debe invertir y apostar mucho más en ciencia. No solo en proyectos a corto plazo o de problemas de moda, como ahora el Covid-19. Se debe invertir en investigación a largo plazo para encontrar soluciones a nuestros problemas específicos que son flagelos de siempre, como por ejemplo, el dengue.

Brasil, que nos lleva años luz en su inversión en ciencia, está por probar su vacuna contra el dengue y el Perú ¿qué ha hecho?

La investigación suele ser en el Perú, el primo talentoso y que llamamos para resolver problemas complejos, pero al que no invitamos a las celebraciones familiares o con quién no queremos pasar tiempo porque habla de cosas que no entendemos. Esto tiene que acabar si realmente queremos ir por una senda de país en desarrollo. Sin ciencia no hay desarrollo posible, entendamos eso de una vez.

Es momento de cambiar las referencias para los más jóvenes, darle más luz a referencias positivas como científicos, investigadores, inventores, artistas, deportistas de élite, literatos, profesionales exitosos. Son estos los referentes que necesita la juventud.

La crisis sanitaria pasará y sería lamentable que volvamos a una normalidad que no está bien. Construyamos una nueva normalidad, donde prioricemos los verdaderos pilares de desarrollo, entre ellos, la ciencia nacional.