La cabeza de la ministra Silvia Pessah se pedía a gritos, el gremio médico la quería en bandeja de plata y la acusaba de todos los males del sector, bueno pues, ya renunció, según informaron los medios oficiales, por motivos personales. La ministra ingresó con el equipo de Vizcarra que tomaba las riendas tras la salida del presidente pusilánime que se iba destruido por el fujimorismo, pero que claramente no estaba preparado para el cargo. Personalmente estoy convencida que no era la persona ideal para ese puesto, no hacía mal su trabajo; pero un ministerio no es una oficina en donde se deben cumplir las horas haciendo bien las tareas, el manejo político es fundamental e imprescindible y lamentablemente Pessah solo fue una funcionaria que hacía bien su tarea y eso en un sector como este no solo no basta, sino que es grave.

Pero ¿su salida es la solución a todos nuestros males? Primero hay que tener algo bien claro, si bien es cierto ahora tenemos un nuevo presidente, debemos recordar que es la misma agrupación política de gobierno y cuando uno vota por un candidato presidencial no vota por la persona, vota por un equipo, por una propuesta, por un plan de gobierno y por todas las personas que conforman ese grupo, y Vizcarra era parte de ese equipo; así que la única diferencia que existe ahora es que no tenemos que lidiar con la vergonzosa actuación de ese señor que parecía solo saber tocar la flauta; pero es la misma gestión, podemos increparle que no han cumplido sus propuestas, pero estas tampoco nos auguraban una mejora significativa en el sector, así que engañados no estábamos.

Durante este periodo de gobierno hemos tenido que lidiar con diversos personajes que de hecho no estaban a la altura de esta cartera tan vital, Patricia García será recordada por muchos que como yo tuvimos que avergonzarnos del penoso desempeño de una médica tan condecorada, pero tan ignorante de la realidad del país que estaba a su cargo. Fernando D´Alessio el más infame, pues solo estuvo ahí para cumplir una oscura misión, el indulto al genocida expresidente Alberto Fujimori, la salud del país podía esperar. Abel Salinas se encargó de encubrir actos de corrupción, como buen aprista que es y así acabó la era PPK en la salud. Es en este escenario que Pessah ingresa con ciertos aires nuevos y si hubiera tenido experiencia de manejo político podría haber hecho una mejor labor; pero de ahí a esperar que las cosas cambien sustancialmente para mejor es algo completamente fuera de la realidad, primero porque para renovar nuestro sector no basta con la buena voluntad de un ministro, de nada sirve eso cuando la corrupción, el mercantilismo y el abuso de poder reina en este espacio, eso es algo que se construye con el tiempo y es un trabajo en equipo que tomará muchos años; segundo, que no podemos pretender que un gobierno que basa sus políticas públicas en un modelo económico capitalista pueda hacer de la salud un derecho, que respete derechos laborales y sobre todo erradique la corrupción, cuando es justamente este modelo el que permite que esta crezca, se fortalezca y se perpetúe.

Y mientras discutimos sobre el estado del sector salud y proponemos algunas salidas las personas se mueren, se mueren en el total abandono, se mueren de enfermedades que no son mortales, se mueren sin haber alcanzado nunca este derecho, pero quienes se mueren son las personas pobres y estas personas no son de importancia para un Estado cuya prioridad es el “crecimiento económico”, salvo sea para pagar compensaciones económicas y es solo ahí cuando recuerdan que existen, pero para buscar salidas “legales” que no signifiquen costos a las grandes empresas. Este modelo es perverso porque permite la existencia de servicios de salud privados libres de regulación de precios amparados en el libre mercado, esto aunado a  la falta de sensibilidad de los profesionales de la salud potencia la corrupción en el sector.

La salud en el país no está en crisis por la mala actuación de una ministra, ni de todos los anteriores, el estado de la salud en el país es el producto de los diversos gobiernos que han hecho de este espacio un caldo de cultivo para la corrupción. Es que es muy fácil generar esta situación, porque para ello se necesita personas capaces de ejecutarlo y eso hay de sobra, me avergüenza afirmarlo, pero es la verdad y hablaré de mi gremio, no porque tenga algo en contra, sino porque es el que conozco desde adentro y soy parte de él. Las médicas y médicos somos formados bajo una estructura muy jerarquizada que básicamente basa su interrelación entre la orden y la obediencia, mística le llaman, algunos ya sabemos que es abuso y violencia, bajo esas circunstancias hay una serie de situaciones en las cuales ciertos ilustres personajes pueden, impunemente, cometer delitos sin que estos puedan ni deban ser denunciados, es más, algunos sueñan con el día en que puedan hacer lo mismo y lo logran, por otro lado la violencia machista es cosa de todos los días y los delitos sexuales son tolerados y ocultados, incluso por autoridades. Es bajo este escenario que llevar a cabo un sistema que vulnere la salud de los más pobres no es un problema, crear y organizar un espacio en donde la salud pueda ser una mercancía y un bien de quienes puedan pagarlo, y que llene los bolsillos de servidores de salud que ven sus sueños de progreso realizados con las sumas de dinero que jamás ganarían si el sistema de salud estatal sería bueno, es muy sencillo. En un mundo en donde estamos convencidos que la felicidad es el dinero, ser parte de la corrupción no será una barrera para alcanzar el objetivo de ser feliz.

Por ello no es raro ver como las instituciones gremiales como la Federación Médica y el Colegio Médico no hagan nada con aquellos colegas que son denunciados e incluso cesados de sus funciones por actos corruptos, pero mantienen sus autorizaciones legales para ejercer la medicina, siendo el caso más emblemático el de Carlos Moreno y sus negociazos, quien fuera asesor del nefasto PPK, ni qué decir de los últimos casos con los que cerramos el año 2018, en los cuales se evidencia claramente el delito de colegas que dejando sus puestos en hospitales del Estado atienden consultas privadas.

Lamentablemente estas instituciones gremiales no tuvieron mejor cosa que decir, que la ministra actuaba por venganza en contra del gremio, como si ella tuviera la responsabilidad de una práctica harto conocida y con la que convivimos asqueados quienes nunca hemos cometido ese delito y nos damos contra un muro cuando intentamos denunciar estos hechos que son encubiertos por todo el sistema que endiosa a un gremio y lo hace sentirse por encima incluso de las leyes.

¿Qué responsabilidad puede tener la ministra e incluso el gobierno cuando generan intensas “luchas reivindicativas” que basan sus consignas a la lucha en contra del “intrusismo” cuando este no es más que un pretexto para mantener un poder patriarcal y jerárquico que ya se les está yendo de las manos, cuando salen a protestar en contra de los aumentos salariales de los otros grupos profesionales, cuando generan conflictos si alguna persona que no sea médico ocupa un cargo importante? ¿Cómo nos atrevemos a responsabilizar a una sola persona por aquello que nosotros mismos alimentamos? O ¿será tal vez que todos los años de formación basada solo en la introducción de conocimientos, sin enfoque social, autoritaria y violenta ha hecho que nos convirtamos en seres incapaces de darnos cuenta de la realidad en la que vivimos? ¿Cómo es posible que los alumnos que ocupan los primeros puestos en los exámenes de admisión y generalmente son los niños prodigios de sus escuelas, hoy no puedan ser unos científicos críticos con la realidad del país en el que viven?

Esto me preocupa y me aterra, porque mientras un grupo de hombres y mujeres tan capaces de hacer proezas medicoquirúrgicas no pueda ver la realidad nacional, no sepa que son actores políticos importantes para salir de esta crisis, y sigan enfrascados en llenarse de conocimientos “científicos y tecnológicos”, mientras el país se muere, no veo que exista alguna salida.

No basta con salir en mandil blanco a marchar para pedir la salida del fiscal Chávarry cuando dentro encubrimos el delito, cuando formamos parte de esa pirámide jerárquica y violenta que coloca al paciente en la última escala de importancia, priorizando la mercantilización antes que el derecho que cada ser humano tiene de acceder a la salud y aunque este sea nuestro trabajo debemos recordar siempre que es una profesión de servicio, además es importante tener en cuenta que este sistema perverso nos engaña pagando unos soles demás en el sistema privado cuando en realidad nos convierte en esclavos y nos explota al hacernos trabajar más del tiempo que todo ser humano debería, pues si el sistema de salud no sería corrupto podríamos tener ingresos superiores a los que percibimos sin necesidad de dañar ni alimentar a la corrupción.  

No esperemos a un ministro/a que venga a solucionar esta crisis, no existe, deseo que quien lleve la cartera tenga una visión crítica y sea valiente, porque tratar de hacer las cosas bien con tantos elementos culturales enquistados en contra y con un gobierno neoliberal que no considera a la salud como un derecho será un gran reto y debemos acompañar esta tarea desde nuestros pequeños espacios, que también son espacios de poder.