No sé ustedes, pero yo siento que pareciera que Lima permanece envuelta en un gran embrujo
virreinal, desde los años 1800, donde la Plaza Mayor y aledaños era transitada por mulas que
cargaban panes, frutas, chicha, aves, pescados, hasta hoy con los tricicleros que comercializan
alimentos, enseres y la más alta tecnología a precio de remate. Sin duda, algunos personajes
que retrató Pancho Fierro aún ahora persisten en nuestra retina de forma cotidiana y otros
viven clavados en nuestra memoria auditiva. Esa Lima que se convertía en Perú, dejando de
ser colonia española o tal vez nunca dejó de ser virreinal y soberbia.
Lima coronada tres veces Cuidad de los Reyes, Lima migrante, Lima desértica, Lima de todos
y de todas, Lima de nadie. Lima rebelde, Lima informal, Lima pujante, Lima plebeya… Lima
de los 486 años de lucha.
Enero 2021
Me importa un perejil si colocan una o veinte pantallas gigantes para ver la serenata a Lima,
prefiero que ese presupuesto sea invertido en darle mantenimiento a las cámaras de seguridad
de los cruces picantes de la ciudad que, sorprendentemente, se malogran justo cuando hay un
robo, un asalto o un asesinato.
¿Acaso las autoridades municipales no se dan cuenta de que decenas de limeños y limeñas están
ingresando (con suerte) a una cama UCI producto de la segunda ola? ¿Quién tiene ánimos y el
cuajo para salir a una plaza a celebrar una verbena virtual? Supongo que a los que todavía no
se le ha muerto nadie producto de la pandemia. Bienaventurados ellos.
Pero no me malinterpreten, no es que sea doña pésima, sucede que me enerva que las
autoridades nos quieran ver la cara en circunstancias tan adversas. ¿No se acuerdan cuando hace
casi un año alcaldes, gobernadores, trabajadores públicos lucraban con los insumos médicos
revendiéndolos en las calles mientras la gente moría por cientos?, ¿olvidaron que
compraban canastas con sobrecosto y que incluso los víveres que entregaban estaban llenos de
gorgojos y moho?, ¿olvidaron a ese candidato miserable que incluía el logo de su partido en
cada donación a un pueblo joven y que solo le importaba tomarse la foto perfecta para su
campaña actual?
Yo no olvido, amigos, tampoco olvido el asesinato impune de Inti y Bryan en el cruce de las
avenidas Nicolás de Piérola y Abancay, ni las balas, ni los perdigones, ni las lacrimógenas. No
olvido a Merino, el infeliz golpista que se regodea de lo lindo en el Congreso, cobrando y
viviendo con el dinero de todas y todos los peruanos. No olvido el mensaje de Sagasti pidiendo
perdón por las muertes, prometiéndole, a las madres de los caídos, justicia. No olvido a Jorge
Muñoz Jiménez y el proyectil en su cabeza, no olvido a los otros muertos por el paro agrario.
Felicidades bella Lima, por tus veredas sucias, por tus fachadas percudidas, por tus casonas
apunto de desplomarse. Felicidades por los niños y niñas que arrullas en tus veredas, por tus
semáforos llenos de madres hambrientas con bebés en brazos, felicidades por tu río de basura,
felicidades por tus cerros abandonados, felicidades por tu selva de cemento… felicidades por
tu Palacio Municipal de hojalata, por tu Palacio de Gobierno de cartón y por tu Congreso
parlamentario de plástico.
Coterránea limeña, limeño, que tu consciencia no duerma el sueño de los justos esperando un
poco de caridad, que el aniversario de nuestra tierra sea un pretexto para recordar a nuestros
abuelos y abuelas migrantes que llegaron con los sueños en las manos, con su fuerza de trabajo
y su ilusión en el corazón, soñando que un día Lima les regalaría un hogar seguro y feliz donde
vivieran sus hijos, nietos y toda su descendencia. Este aniversario pandémico puede significar,
más que un día frívolo, un día para revindicar nuestros apellidos, nuestra sangre ancestral y
nuestra lucha por la dignidad.