En julio de 2023, el presidente del Congreso, Alejandro Soto, de Alianza por el Progreso, fue denunciado por contratar a la hermana de su pareja, pero logró escapar de la denuncia señalando que ya no mantenía una relación con la madre de su hijo, Lizeth Peralta, y que Yeshira Peralta no era su cuñada, puesto que la relación que tuvo con su hermana fue “fugaz”, a pesar de que en ese tiempo de fuga procrearon un niño.

Por lo tanto, su contratación no configuraba con nepotismo. Para Soto, ese artilugio funcionó, pues la Comisión de Ética decidió no sancionarlo y así se convirtió en Presidente del Congreso, replicando el otorongo no come otorongo tan conocido ya por los peruanos.

En ese tiempo, declaró lo siguiente: “Para configurar un nepotismo o una vulneración al Código de Ética. Tenemos que centrarnos en la fecha 27 de julio. ¿El 27 de julio yo tenía la condición de casado? No. ¿Tenía la condición de conviviente con más de dos años? No. Entonces, esa imputación no resulta valedera. La señorita contratada al enterarse que asumí el cargo de presidete del Congreso, ella renunció voluntariamente cuando no debió hacerlo porque su contratación fue antes a la relación que tuve“.

Lo que nos hace dudar de la calidad de sus clases de ética en la universidad, o incluso en la vida, porque evidentemente hay un conflicto de intereses así no cuadren las fechas, como señala en sus afiebrados argumentos.

El domingo 23 de junio, un reportaje de Cuarto Poder demostró que Soto y Lizeth Peralta siguen viviendo juntos en el mismo edificio. Los días 12, 13 y 14 de junio fueron captados ingresando y saliendo de la misma vivienda, a pesar de que el congresista señaló que ella vivía en Cusco.

La Comisión de Ética anunció que volvería a investigar la denuncia.