En el Perú lo que buscamos no es evitar las faltas, los delitos o los crímenes, buscamos la venganza: multar, castigar o matar luego de ocasionado el daño irremediable e irreversible. ¿Por qué? Por intereses personales, ignorancia, estupidez o simplemente ociosidad (todo lo que en el Congreso hay de sobra). Si el Estado peruano quisiera realmente un país sin violadores, feminicidas, acosadores, etcétera, invertiría seriamente en cultura, educación y salud para erradicar el patriarcado y su brazo armado que es el machismo, mejorando las condiciones económicas, sociales y políticas del país. Para muestra una moción: un congresista pidiendo la castración química (que no resuelve nada) de condenados a cadena perpetua por abusar sexualmente de menores de 14 años; yo que sepa en ninguna cárcel del Perú hay niños ni adolescentes.

En esa misma línea de venganza se inscribe otro congresista que intenta adaptar la historia a sus perversiones. No hace falta haber vivido la época del terrorismo contra el Estado para repudiar a sus cabecillas e integrantes, sin embargo, los hechos nos hacen despreciar con más tesón a los militares, policías, políticos y todo funcionario público que, directa o indirectamente, violó sistemáticamente los derechos humanos. ¿Por qué? Porque el Estado debía protegernos y en cambio, por racismo, sociopatía o beneficios personales, ultrajaban, asesinaban y desaparecían peruanas y peruanos.

Con esta clase de legisladores, ¿qué tipo de leyes rigen el país y cómo evitar que sigan insultando nuestra memoria y nos sigan matando a diario, física y psíquicamente?