Dos conocidos varones, un periodista y un político han hecho mansplaining con Ana Estrada, la activista por la muerte digna que hace poco logró que el Poder Judicial le diera la razón.

El mansplaining es cuando un varón asume que debe explicar a una mujer algo que obviamente esa mujer ya sabe o  ha entendido, de una manera condescendiente y paternalista, asumiéndose más capacitado para entender y explicar el asunto, aún cuando la mujer sepa más de ello que el varón.

El primero, César Hildebrandt, ha escrito un lamentable editorial en su semanario, explicándole a Ana Estrada las razones por las cuales no debería quitarse la vida con mucha poesía y filosofía, pero con la misma actitud paternalista de quien cree saber más y mejor lo que le conviene a Estrada.

En principio dice que se alegra de que le hayan otorgado el derecho de la eutanasia, pero luego argumenta las bondades y bellezas de la vida, y la necesidad de seguir viviendo para disfrutar de ella. Lo cual parece una burla teniendo en cuenta las condiciones de vida de Ana Estrada. Ella no puede moverse, no puede casi ya hablar ni disfrutar de todas esas cosas de las que habla César Hildebrandt. Su vida es una tortura diaria ya que su enfermedad es degenerativa, y ella está en las fases terminales. 

Ana Estrada

Además, el periodista está asumiendo que Ana Estrada no ha pensado ni meditado bien su decisión de someterse a un suicidio asistido, algo muy raro teniendo en cuenta que ha estado en la lucha por obtener este derecho hace muchos años, no solo para ella, sino también para quienes lo necesiten en el futuro. Su activismo personal en su propia causa debería ser una confirmación de que está segura de lo que hace y no necesita que nadie le explique lo equivocada que está. Porque eso es lo que al fin de cuentas hace César Hildebrandt en ese editorial, le está corrigiendo la plana, le está explicando las razones por las cuales estaría equivocada y por lo que no debería quitarse la vida.  

Si el caso de Hildebrandt al menos tuvo una argumentación filosófica, el caso del político y candidato a la presidencia Rafael López Aliaga fue un mansplaining brutal, insensible y totalmente carente de fundamento.

Si te quieres matar, te subes a un edificio y te tiras. Si usted quiere matarse, pone tu tina, se corta las venas, pone una buena música, pone agua caliente y ya está muerta. Para qué mete al Estado en esto” fueron las chocantes y burdas declaraciones del candidato López. Un ejemplo de lo que la ignorancia y la total falta de empatía pueden lograr.

López Aliaga también le está explicando a Ana Estrada, de una manera horrorosa, que para él ella está equivocada. Pero no se pone ni por un momento en su lugar, no se pone a pensar que lo que pide es imposible. Ana Estrada no se puede matar a sí misma ya que está inmovilizada. Por ello necesita un suicidio asistido y legal, de manera que las personas que la ayuden no sean luego perseguidas por la justicia. Esto lo puede comprender hasta un niño de 5 años. Aparentemente, la capacidad de comprensión de López Aliaga es bastante limitada para no poder ver siquiera esto. Incluso llama a la situación una “chifladura”. La locura está en su falta de compasión y entendimiento, señor López. 

Ambos creen entender la situación de Ana Estrada mejor que ella misma, por ello la censuran, le explican lo equivocada que está, uno de manera más delirante que el otro, pero el fondo es el mismo. Son dos varones que creen saber más de la situación personal y vivencial de una mujer y por ello se lo explican con un fatal mansplaining.

Escribe: Mario Ariján Cereceda Quispe (bachiller en Literatura)