Me llamo Marisol Yolanda Liñán Solís, soy enfermera colegiada con habilitación al día (sí, pago puntual a mi Colegio profesional) y estoy harta. El día de ayer 3 de mis colegas han fallecido, la familia de una de ellas suplicando en Iquitos el traslado a Lima, costeando medicamentos y rogando por oxígeno.

Estoy harta de la desidia de mis representantes que se andan peleando por un Decanato, mientras dejan morir a sus agremiadas, no se comen el pleito de reclamar verdaderamente por nosotras para que nos brinden las condiciones y la protección pues ¡no queremos enfermar, no queremos morir! Harta estoy de comprar mis equipos de protección personal mientras mi Colegio transmite misas on line. Estoy harta que nos busquen en nuestros servicios para regalarnos cartucheras previo a las elecciones y que luego nos parta un rayo. Que se afanan por hacer el comunicado más bonito y por escribir las condolencias más sentidas en sus redes sociales, pero cuando se les exige apoyo, traslado, algo tangible, se escudan en sus litigios. ¡Las enfermeras tenemos millones de soles en cuentas congeladas habiendo tanta necesidad!

Por eso, públicamente renuncio al bono que el Colegio de Enfermeros del Perú me “brindaría” si presento caso grave de COVID-19 o me muero. Actualmente tenemos enfermeras que no acceden a él y quiero ahorrarle a mi madre la penuria de hacer trámites engorrosos y papeleos como pidiendo por favor 2150 soles.

Y solamente me voy a referir a mis representantes gremiales, hablar de los funcionarios y autoridades del sector salud ya sería mucho renegar.

*Imagen de una madre adulta mayor despidiendo el cuerpo de su hija enfermera en Iquitos, imagen que me parte el corazón. Esto no debería volver a suceder. No quiero ver así a mi mamá.

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