La plataforma Me too Perú – Yo También ha recogido tres denuncias contra el director y productor de teatro Joaquín Vargas Navarro. Son tres exestudiantes las que señalan que Vargas las acosó sexualmente y han dado sus declaraciones sobre los hechos.

El director de teatro se desempeñaba como director de la Carrera de Artes Escénicas de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, desde ahí, y también en otros espacios, como cuando era profesor en el colegio Casuarinas, acosaba, tocaba, besaba y forzaba a sus alumnas a tener acercamientos sexuales con él.

Estos son los tres testimonios que dan las denunciantes:

Primer testimonio 29 de octubre

“me agarraba la pierna, me abrazaba e intentaba besarme. Tenía miedo de hablar, debido a la posición que tenía él”

Todo empezó a inicios de este año, él recién entró con el puesto de Director de la Carrera de Artes Escénicas. Yo me encontraba en una etapa de mi vida muy mala, este director se llegó a enterar de esa situación y empezó a entrar a todas mis clases. En una de esas me hace el habla felicitándome por mi trabajo, me acaricia el hombro de una forma que llegó a incomodarme. Luego de 2 días me llama para hablar a solas en el auditorio, diciéndome que tenía una luz especial, un cuerpo hermoso y un talento que pocos tenían. Cada vez que salía al escenario le hacía levantar la mirada. Mientras decía eso me acaricia las manos, la cara y me abrazaba de forma incómoda para mí. Constantemente me ofrecía regalos tales como pasajes para una misión académica, libros, salidas al teatro, al cine, etc. Me pidió mi número y desde ahí empezó la pesadilla. Constantemente me enviaba mensajes preguntándome si estaba en la universidad, cómo estaba y si podía pasar a verlo. Varias veces accedí y llegue a ir a su oficina en donde me agarraba la pierna, me abrazaba e intentaba besarme. Tenía miedo de hablar, debido a la posición que tenía él. Del mismo modo llegué a pensar que tal vez yo estaba malinterpretando ya que había momentos en dónde él me aconsejaba en cosas que me pasaban. Iba a mis clases cuantas veces quería y me grababa. Me ofrecía dinero y se enojó cuándo no le acepté. En las vacaciones de julio me habló por todo tipo de red social, Facebook, Whatsapp, Instagram y Snapchat. Él empezó a hablarme por Snapchat ya que ahí se borraban las conversaciones. Me mandó fotos por ese medio de su pene y me pedía fotos mías ya que él me había mandado. Todas las vacaciones insistentemente me pedía ir a su casa, quería enseñarme muchas cosas y me repetía que yo no estaba sola y que él siempre estaría. En el comienzo del cuarto ciclo me ofrecía llevarme a mi casa e ir al teatro. Fui una vez más a su oficina fue ahí la vez donde peor me sentí. Metió su mano debajo de mi polo, intentó meter su mano también debajo de mi buzo, me acariciaba e intentaba besarme. Cuando le dije que ya me tenía que ir e intenté irme de la oficina me agarró del trasero. Me quedé callada e impotente después de eso, pero por fuera intentaba mostrar serenidad. Me insistía en irme con él ese día. Después de ese día me resulta imposible ir a clases hasta entrar a la universidad. Se supone que en esa carrera uno se tiene que abrir, que mostrarse ante todos. Pero hacerlo de nuevo me resulta imposible, solo con imaginar que alguien como él pueda aparecer. Aún después de ser retirado de la UPC me mandaba mensajes diciendo que quería hablar conmigo y todo lo que habían dicho de él era mentira. Me escribía por Facebook y por Whatsapp proponiéndome encontrarse conmigo para que me regalara un celular y así poder vernos. Hay en la universidad muchas chicas más que han pasado por esto, pero desean no hacerlo público.

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Segundo testimonio 31 de octubre

“Ahora no solo me agarraba la mano, sino me agarraba la rodilla.
Siempre me paralizaba, siempre me incomodaba y siempre me convencía de que él era familia”

Joaquín trabajaba en el colegio Casuarinas junto con la pareja de mi papá, así lo conocí. Se hizo amigo de mi papá y su pareja y me lo presentaron un día en una cena en mi casa. Al primer día de conocerme, teniendo 17 años recién cumplidos y acabando de salir del colegio, dos meses antes me dio trabajo en una obra de teatro, “El Zoológico de Cristal”, dirigida por su papá. Conozco a sus hermanos, su papá, su mamá, su sobrina, su exesposa y gente de su alrededor. Les tengo cariño a todos y también se lo tuve a él. Ese cariño murió cuando hicimos “El Diario de Ana Frank” en el 2018, a los 18 [años] recién cumplidos. Nuevamente volvía a trabajar con ellos muy feliz, con la familia, a mí me decían “la hermanita menor”. Joaquín trabajaba en la Universidad Científica Del Sur y yo vivo en Chorrillos, así que se ofrecía a jalarme a los ensayos en Barranco porque eran a las 10pm. Ahí comenzó.
Me hablaba del ser de luz que era, que voy a lograr muchas cosas y demás. Poco a poco empezó a tocarme. Empezó por la mano, a agarrarme la mano mientras hablábamos. Yo siempre me quedaba paralizada. La gente que me conoce sabe que no me gusta el contacto físico para el que yo no doy pie, sobre todo después de Joaquín. Entonces me hablaba como si nada. Yo me convencía día a día que solo lo hacía por el cariño que nos teníamos y la confianza, que era su forma de ser, que era una persona cariñosa. Que tiene esposa. Que los conozco a todos y todos me quieren en su familia. Llegó a la pierna. Ahora no solo me agarraba la mano, sino me agarraba la rodilla.
Siempre me paralizaba, siempre me incomodaba y siempre me convencía de que él era familia y que no me haría algo así, que es amigo de mi papá, que me quiere. Luego ya no quería solo la rodilla, su mano pasaba por mi pierna con toda la confianza del mundo y yo estaba en su auto. Tontamente confundida, él era familia para mí y ya era obvio qué quería y yo seguía confundida. El día de la cena de celebración por el estreno de la obra me dijo que me podía dejar en mi casa porque tenía que recoger a su esposa que estaba haciendo una sesión de fotos supuestamente cerca a mi casa. No tuve excusa para decirle que no, no se me ocurrió ninguna y tuve que ir. La mano, la rodilla, la pierna. Ese día quería más y nunca había puesto mi brazo tan fuerte en mi pierna para que su mano, que intentaba pasar mi brazo, no llegara ahí.

Paralizada, sin decir nada, sin reaccionar y poniendo toda mi concentración y fuerza en mi brazo para que no me tocara. No volví a subir a su auto. Pero eso no lo paró, porque lo veía de jueves a lunes en el Mario Vargas Llosa porque estábamos en temporada. Me rompí el brazo izquierdo y me compró una muñequera. Cuando me la dio me abrazó y me quedé quieta, sin abrazarlo de vuelta, paralizada, incómoda y viendo para otro lado y luego trató de besarme, mientras me tenía apretada fuertemente entre sus brazos, yo volteaba la cara y ponía fuerza y solo llegó a darme un pico en la mitad de la boca y me soltó solo porque alguien entró al camerino -que siempre estaba lleno y justo en ese momento no lo estuvo- y yo salí corriendo a las bambalinas porque quería alejarme de él y felizmente ya empezaba la función.

Regresó a disculparse, yo no quería escucharlo, le dije que no quería que se me acercara ni nada de él. Al día siguiente volvió a intentar disculparse, mientras yo intentaba huir de él, felizmente había una persona cerca, pero entre las tonterías que dijo, una fue que jamás había hecho algo así y que había pasado porque yo era “un ser de luz muy bello”. Me quedé callada por varias razones, pero ninguna fue defenderlo. Y terminé la temporada odiando mi trabajo y estar ahí. Ya no tenía ganas de hacer nada y tuve un año de mierda llorando casi todos los días. Siempre hablo de la muerte en vida. El 2018 fue el año que más muerta y durante más tiempo estuve. Pensé en dejar mi carrera y no hacer nada con mi vida esperando al momento en el que me muera.

Ahora que llegó el día que tanto temía, que alguien más fue tocada y acosada por este tipo, no me volveré a quedar callada y diré todo lo que me hizo y toda la mierda que siento todos los días gracias a él.

Tercer testimonio 4 de noviembre

“Comenzó a tocarme la pierna, me la sobó hasta llegar casi a mi trasero”

Yo siempre sospeché de él porque me parecía un tipo muy raro, siempre estaba en todas las clases y tenía mucho contacto con los otros alumnos, pensé que era porque quería ser un buen director, pero no. Una vez me acerqué a él para comentarle sobre una angustia que tenía y quería un consejo, se lo pedí a él porque siempre veía que los alumnos y alumnas lo veían como un gran director, pero nada que ver.

Me escuchó y en eso me dijo que me calmara y que todo iba a ir bien y comenzó a tocarme la pierna, me la sobó hasta llegar casi a mi trasero, y estaba a minutos de empezar mi examen final de vocal, yo me sentí incómoda y no sabía qué hacer ni qué decir, fue muy incómodo que me tocará de esa manera, luego me enteré que hizo lo mismo con otras chicas.
Lo único que pude hacer después de eso fue contárselo a un amigo mío y a mi enamorado, me sentía mal y rara porque por dentro sabía que era un depravado, ¿qué clase de director acaricia la pierna de una alumna sexualmente?

Pero como otras chicas, temía a que yo estuviera equivocada, pero veo que no lo estuve.

Un secreto a voces

Una usuaria de redes señaló que Vargas Navarro enseñó siete años en el colegio Casuarinas, y que muchas alumnas, aproximadamente diez, se habían quejado sobre el acoso que ejercía contra ellas.

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Antecedentes

Luego del caso de Guillermo Castrillón, quien había violado a más de una docena de sus alumnas, se empezaron a señalar las diversas formas en que las alumnas de teatro están desprotegidas contra la violencia sexual en sus espacios educativos. Se requieren medidas urgentes para seguir frenando a los depredadores sexuales que se disfrazan de profesores para cometer sus delitos.