Junio es el mes del orgullo, los colores del arco iris inundan las redes y las calles en muchas partes del mundo y el Perú no es la excepción. Todos los años hay marchas alegres y coloridas y aunque este año la marcha del 27 es virtual y las fiestas también serán virtuales, las personas de la diversidad sexual y sus aliad@s igualmente celebraremos felices la vida y el amor y reclamaremos todos los derechos que la Constitución garantiza a sus ciudadan@s.  Como dice  la activista trans Gahela Cari Contreras: “nuestra vida es revolucionaria y desestabiliza al sistema” . Y esto es una verdad como un puño, porque la vida libre y feliz de las personas lesbianas, gays, transexuales, transgénero e intersexuales interpela directamente a esta sociedad  patriarcal y conservadora construida desde una heterosexualidad obligatoria que es apoyada por las  instituciones religiosas hegemónicas.

En un país mayoritariamente creyente como el Perú, el rechazo de grandes instituciones religosas a las reivindicaciones del colectivo  LGBTIQ+ es  nefasto, porque ejerce una presión simbólica sobre l@s creyentes amenazándol@s con el fuego eterno  y con quedar bajo la “ira de dios”, generando así sentimientos de culpa y de odio dentro y fuera de sus iglesias, porque entre sus adepto@s también hay muchas personas sexualmente diversas que ocultan su naturaleza.

Pero ¿es esto cierto? ¿ Rechaza Dios a las personas de la diversidad sexual? Pues claro que no. No hay nada en la vida de Jesús y en sus enseñanzas que nos lleve a esa conclusión, ni en los evangelios, ni en los documentos históricos que se han recogido sobre él, ni en las cartas que líderes importantes escribieron a las primeras pequeñas comunidades cristianas (y que trataban de problemas muy concretos). Jesús tuvo un mensaje consistente a favor de l@s pobres, de las mujeres, de l@s extranjer@s, es decir de las personas marginadas y excluidas y, por otro lado, animó a sus seguidor@s a construir una sociedad justa basada en el amor y eso fue lo que sucedió en los primeros  años después de su cruel muerte.

Ciertamente, las doctrinas de las iglesias hegemónicas han tergiversado varios pasajes bíblicos para apoyar el accionar injusto de los gobernantes de turno (esclavismo, discriminación étnica, asesinatos a personas de otros grupos religiosos, etc.) o para someter a las mujeres y a las personas de la diversidad sexual, e incluso han llegado a crear doctrinas para asegurar el control sobre sus operadores o sobre su feligresía, como en el caso de las enseñanzas sobre el celibato (siglo XIV) o de las indulgencias. Igualmente, muchas instituciones religiosas han desarrollado su doctrina siguiendo pautas filosóficas dualistas y misóginas que no tienen nada de divinas y mucho de humanas y machistas.

Existen biblistas, exégetas, traductor@s, maestr@s, teólog@s, religios@s, etc., que son feministas y/o que pertenecen a la diversidad sexual y que hace ya varios años están estudiando la biblia, escribiendo y denunciando todas las “costumbres” y doctrinas “cristianas” que se han supuestamente extraído de ella y que generan odio y muerte o que fueron producto de la experiencia vital en un momento histórico determinado, pero que ahora han perdido su capacidad sanadora y liberadora.

Pero pienso que lo más importante es que cada vez más creyentes están partiendo de su realidad y regresando a las enseñanza de Jesús para buscar de qué manera pueden recibir apoyo, consuelo y valor en sus luchas por un mundo más justo y esto es muy hermoso tratándose de creyentes de la diversidad sexual, porque desde sus experiencias de exclusión, lucha y aceptación, descubren que la Divinidad no es un “varón blanco”, descubren que así como a Jesús le llama “papito”, porque seguramente eso le generaba un asociación tierna y positiva, exactamente así cada persona puede llamar a la Divinidad de la manera que la sienta más cercana, porque como siempre se repite “Dios no tiene género”, pero a la hora de representarlo y atribuírsele características, queda convertido en un rey masculino bastante caprichoso, autoritario y misógino; basta con entrar al buscador google para ver qué imágenes y definiciones nos aparecen cuando ponemos la palabra “Dios” y basta con leer las características que se le atribuyen en las oraciones y tradiciones. Jesús usó muchas imágenes distintas para explicar cómo es Dios y su reino porque eran cercanas a sus oyentes y de la misma manera a la Divinidad podemos llamarla no solo Padre, sino Diosa, Diose, Madre, Herman@, Diosa Marica, Dios Trans y de las maneras que nos ayuden a comprender y vivir la amplitud y la esencia amorosa de Alguien (¿o Algo?) que ha creado todo el universo y lo sostiene con ese amor, pero que a la vez se hace pequeñ@ y vulnerable para encarnar en un niñ@ y sufrir con las víctimas más despreciadas de este mundo. La Divinidad de Jesús no impone, no castiga, no discrimina, sino acompaña, alegra y ama a tod@s l@s seres humanos y no humanos. Jesús nos muestra un seguimiento radical a la vocación personal  en favor de l@s demás y  anima a sus seguidores a hacer lo mismo. En esta celebración del Orgullo LGTBIQ+, estoy segura de que nuestra Diosa leca, marica y trans nos bendice con amor.