En una entrevista dada para el Diario La República, el economista Hernando de Soto, quien anda de candidato a la presidencia del Perú con el partido Avanza País, dio una serie de declaraciones contradictorias sobre el reconocimiento y la formalización, condiciones intrínsecamente vinculadas, porque una contiene a la otra y viceversa, pero que a pesar de haberla estudiado tanto tiempo, y habiéndose convertido en su leit motiv por tanto tiempo para asesorar malos y muy malos gobiernos, el economista no termina de entender completamente.

La entrevista titulada “Todos los problemas que tenemos en este país responden a una mala formalización”, el pragmático personaje, a la pregunta “¿Todo se soluciona con la formalización?”, señala

“Todo lo que es país se soluciona con la formalización, claro. Porque un país es un lugar donde impera un derecho en particular que, se supone, responde a un contrato social y si así lo hace puede ser gobernado y puede resolver sus problemas en paz. En otras palabras, lo que define a un país es que responde a un sistema legal. Por lo tanto, si la informalidad se entiende como los que no pueden o no quieren obedecer a ese derecho que permite que interactuemos entre nosotros, tenemos a un país en gran peligro. Todos los problemas que tenemos en este país responden a una mala formalización”.

Y continúa afirmando:

“Todo lo que se refiere a la organización de seres humanos que habitan el Perú responde a logros o fallas en el sistema formal. Nómbreme algún problema que tiene este país que no responde a un sistema de derecho. Si usted no es formal, no está en el sistema de derecho. ¿Qué pasa en un lugar en el que las actividades e interacciones de los seres humanos no están gobernadas por el derecho? Para mí la formalización no es un problema de trámites, solamente, es el problema de que no somos gobernados por el imperio de una sola ley. Yo creo que usted está viendo la formalización como si fuera un problema de la marginalidad de una pequeña parte de la población. Yo lo que veo es un país en donde no hay los estándares necesarios para que funcione como tal”.

Sobre la base de estas respuestas, el entrevistador le da ejemplos concretos en donde se necesitaría formalizar: salud, educación, a lo que da respuestas gaseosas como “Yo quiero saber qué piensan los peruanos y qué puedo hacer yo para tener la información que me permita tomar una decisión de acuerdo con la realidad. Eso será para absolutamente todo”. Y cuando le hace referencia al matrimonio igualitario como una necesidad de formalización de las parejas gays y lesbianas, todo su discurso de formalización se cae nuevamente. Ya no es solo gaseoso, sino abiertamente contradictorio y megalomaníaco.

“En primer lugar, comprendo perfectamente la necesidad de formalizar una relación, el deseo de Óscar Ugarteche de que algo que ya logró en México también se haga en el Perú. No lo necesita, pero también quiere ser reconocido en su país. Hay algo que Ugarteche y yo tenemos en común, que no nos basta ser reconocidos afuera sino que es muy importante ser reconocidos en nuestro propio país, aunque sea más pobre y más chico y quizás menos relevante para las causas que él representa o yo represento. Esto para juntarlo con su pregunta sobre el ego. Ya sobre el tema de fondo, reconozco que es algo súper controversial, que no se va a resolver en base a lo que pienso yo, la Iglesia o los que están a favor. Yo soy candidato, ya no puedo decir sencillamente por dónde van mis sospechas o inclinaciones porque es un tema serio. Obviamente en el Perú es sumamente controversial. Yo quiero respetar las libertades de unos y las de los otros, porque son perfectamente válidas y van a tener que convivir por mucho tiempo, antes de que siquiera sea sospechable una solución con la que cual todo el mundo esté de acuerdo. En ese sentido, de ser presidente trataría de ver de qué manera hacemos para que las dos cosas convivan y sean incorporadas a un contrato social. No tengo otra respuesta, no tengo una respuesta definitiva porque no creo tampoco que exista”.

De Soto parece haber venido a un país atrasado que no ha vivido ninguna revolución cultural para seguir considerando al matrimonio igualitario como un tema “controversial”, cuando alrededor del mundo se trata de un tema de derechos y por eso se ha avanzado en legislación que hace posible proteger a las familias LGTBIQ+ en países vecinos como Argentina, Colombia, Brasil, Chile, etc. Desconoce también que no es un tema que pueda decidir una persona o una religión, sino que tiene que ser resuelto por los Estados, sobre todo son parte de pactos internacionales que los obligan a hacerlo. Luego intenta zafarse de la respuesta correcta que debe dar: “Sí, los matrimonios igualitarios deben formalizarse”, señalando que intentará una convivencia entre quienes están a favor y en contra, como si fuera posible conciliar la homofobia con la exigencia de derechos.

Nuevamente tenemos otro candidato que resuma mediocridad y solo está para el olvido.