El gobierno peruano ha tenido una rápida respuesta a la pandemia por COVID-19.

En la columna anterior hemos descrito de manera sucinta las estrategias sanitarias aplicadas en otros países, que se podrían adaptar para el Perú. También vimos que la rápida aplicación de test a gran escala para la contención del avance del virus, tuvo un papel fundamental en el éxito de dichas estrategias.

Usando una combinación de test rápido (prueba de Elisa para descarte inmunológico) con test molecular (RT-PCR, Reacción en Cadena de Polimerasa por Transcripción Reversa) se pueden identificar a los grupos de brote, incluso a los asintomáticos.

La estrategia de rastrear a las personas infectadas a la hora de contener al virus en la experiencia de países como Japón, Corea del Sur o Alemania, muestra que la única forma efectiva de enfrentar a la pandemia es aplicar test y aislar a los grupos sociales que representan brotes de infección y, es en ese sentido, que parecen estar enfocados los pasos a seguir por nuestras autoridades sanitarias, luego de esta primera etapa de cuarentena general.

Dicho lo anterior, queremos hacer algunas consideraciones con relación a los test.

No está en tela de juicio que el test molecular sea el que arroja el resultado irrefutable de la presencia del virus en el individuo, incluso cuando hay una baja carga viral, y tampoco está en duda que el test rápido sea sensible cuando hay una alta concentración de anticuerpos y, por lo tanto, en bajas concentraciones (como es en los primeros días de infección) daría un falso negativo.

Esto último también es verdad, pero seamos sinceros, actualmente se están aplicando los tests moleculares a personas que ya presentan síntomas, es decir, a personas que probablemente ya tienen una alta carga viral y altas concentraciones de anticuerpos; entonces, si el test rápido es efectivo en altas concentraciones de anticuerpos ¿no es más inteligente usar en primera instancia un test rápido que cuesta 16 soles que aplicar un test molecular de 200 soles? Y en el caso que sea evidente que la persona tiene los síntomas y da negativo en la prueba rápida, entonces recurrir a la prueba molecular.

Otra aplicación interesante en el uso combinado de los test será para identificar a los asintomáticos o presintomáticos, por ejemplo, una persona sintomática se hace el test rápido y da positivo, pero las personas de su entorno de contacto no presenta síntomas, a estas personas, sin pensarlo dos veces habría que aplicarles el test molecular y así, de ser positivo los resultados, estos portadores asintomáticos o presintomáticos entrarían en cuarentena también.

Otro aspecto que hay que considerar es la carga de trabajo que se avecina para el personal que está a cargo de las pruebas moleculares.

Si queremos resultados rápidos y con eficiencia, hay que descongestionar el trabajo de laboratorio, evitando la realización de test moleculares innecesarios (si el test rápido ya dio positivo ¿para qué hacer el molecular en el mismo paciente?).

La realización de los test moleculares requiere de mano de obra especializada (biólogos moleculares, tecnólogos, técnicos, etc), mientras que la aplicación de los test rápidos no. Este último lo puede realizar el personal de apoyo sanitario en todos sus niveles, con un breve instructivo e incluso hasta el propio interesado.

Para decirlo de otra manera, la aplicación del test rápido es tan sencillo como hacer una prueba de embarazo casera.

La discusión no debería centrarse sobre qué prueba es mejor. Lo que al parecer, se pretende en esta nueva etapa estratégica de contención del coronavirus es hacer “gestión epidemiológica”, es decir, identificar los focos de contagio y aislarlos, además con estos datos, las autoridades podrán definir mejores medidas de mitigación en una etapa posterior.

Actualmente, el muestreo de los casos es pequeño, entre 8 mil y 9 mil test aplicados, con una realización promedio de 500 test diarios.

El presidente Vizcarra ha mencionado que se llegarán a hacer, progresivamente, 5 mil test diarios. Ya ha llegado un primer lote de 150,000 pruebas rápidas.

Hacer un primer tamizaje por prueba rápida, va a aliviar el trabajo de los laboratoristas, quienes podrán centrarse en la ejecución de las pruebas moleculares en los casos en que realmente amerite. Obteniendo resultados más rápidamente.

La discusión no debería centrarse en si es mejor o peor la prueba rápida. Quienes se han entrampado en este asunto es porque no están entendiendo toda la gestión del problema que va más allá de que si un test es más efectivo que otro. Hay que entender que son complementarios.

No es momento para estrellatos personales saliendo en los medios de comunicación a mostrar ‘sapiencia’ y ‘hablando en difícil’ con un lenguaje técnico que la población no tiene familiaridad y ni está obligado a entender. Esto solo crea incertidumbre y desinformación.

Imagen: Atv.pe

Es momento de hacer fuerza común, despojándonos de egoísmos y aprovechamiento político de esta lamentable crisis que ya ha cobrado miles de vidas en todo el mundo.

Necesitamos este gran muestreo de casos de tal forma a tener datos más confiables para que nuestros matemáticos y estadísticos puedan calcular los indicadores que permitan a las autoridades sanitarias decidir las mejores estrategias.

Recordemos además que la aplicación de los test rápidos por el personal de salud de apoyo permitirá optimizar el trabajo de nuestros laboratoristas, obteniendo resultados más rápidos en los casos que realmente sean necesarios.

Este es una guerra que vamos a ganar en equipo y no con individualidades. No olvidemos eso.