Hoy es el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia declarado así para conmemorar que un 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud retiró de su lista de enfermedades mentales a estas identidades. Fue un gran logro producto de años de lucha y, sin embargo, nuestra sociedad sigue juzgando, violentando, discriminando y matando a las personas de la diversidad sexual.
Lo más triste es que la mayoría de las iglesias cristianas han justificado ese desprecio por las personas que no se ajustan a la heterosexualidad tanto con abiertos discursos llenos de odio amparados en una lectura acientífica de la Biblia, como con prácticas hipócritas, exigiendo que no se mencione ni se demuestre ser homosexual, trans o bisexual, usando el famoso y perverso “Dios perdona el pecado, pero no el escándalo”.
Jesús de Nazareth nos mostró que Dios ama a todas las personas, sobre todo a las más excluidas de la sociedad y esto incluye la población no heterosexual; y no, Dios no “odia su pecado” como much@s dicen, porque la orientación sexual no es un pecado porque no te enajena de ti mismo, ni de tu Creador@, ni de la naturaleza, ni de tu prójima o prójimo; el Abbá (papito) de Jesús ama a todos los seres como son y esto incluye su manera de autopercibirse y su manera de amar. ¿Cómo así podemos afirmar esto? ¿Y las famosas condenas de la Biblia y de las iglesias a la homosexualidad?
El Antiguo Testamento es una colección de escritos que se dirigen a l@s israelitas y allí se castigan o restringen muchas prácticas y personas (mujeres menstruantes, comer carne de cerdo, etc.) y se generan muchas obligaciones que no son para nosotr@s (sacrificios de animales, una casta sacerdotal, etc.) y que en todo caso pueden ser reinterpretadas estudiando bien el contexto y los fines con los que fueron dadas. Respecto al tema de las relaciones sexoafectivas entre personas adultas homosexuales, tal como se conocen hoy, no hay absolutamente nada. Los poquísimos pasajes que se usan para descalificar a las personas de la diversidad sexual están tendenciosamente traducidos y usados fuera de contexto (repito, no se escribieron para nosotr@s).
Los Evangelios han conservado los dichos de Jesús que las primeras comunidades cristianas encontraron más relevantes y también sus principales y más significativas acciones y no han recogido ninguna condena contra la diversidad sexual, a pesar de que era algo frecuente en la antigüedad y en los pueblos vecinos asociada a ritos religiosos; muy por el contrario, las enseñanzas de Jesús que se repiten, son las relacionadas con la búsqueda de la justicia y la práctica el amor hacia todas las personas.
Las cartas del Nuevo Testamento fueron dirigidas a pequeños grupos muy específicos de Asia y África y si queremos usarlas debemos ser muy cuidados@s porque no se escribieron para nosotr@s y entonces tenemos que echar mano de todas las herramientas que las ciencias nos ofrecen para entenderlas y poder sacar alguna enseñanza para la actualidad; no es correcto leer ningún texto antiguo de manera “plana” (las pocas menciones respecto a algunas prácticas homosexuales debe verse también en el contexto en el cual se daban).
Ser cristian@ no es repetir versículos de memoria u obedecer a algunas instituciones ciegamente porque la verdad que hemos experimentado al tener una experiencia de fe, nos hace libres de estereotipos, de mandatos sociales y de cualquier cosa que nos lleve a traicionar a Jesús en quien creemos.
L@s cristian@s debemos ser “sal y luz” en este mundo que se cae a pedazos y que gracias a la pandemia muestra el rostro más destructivo del sistema socioeconómico imperante, l@s cristian@s no repiten mensajes de odio ni fomentan la exclusión, ni se alían con los poderosos de nuestra sociedad, l@s cristian@s seguimos el ejemplo de Jesús y escuchamos a nuestra conciencia, analizamos nuestra realidad, nos congregamos en pequeñas comunidades y hacemos lo que Jesús hizo: buscar justicia e igualdad para tod@s, ayudar a crear una sociedad donde la paz se base en el amor y en el respeto y trabajar para que la solidaridad y la cooperación reemplacen a la competencia que deja a l@s más débiles tirad@s en el camino hacia el “progreso”.
No creamos cuando fals@s líderes@s intentan envenenarnos o anular nuestra voluntad para que ell@s sigan controlando nuestras vidas, nuestros cuerpos, nuestras mentes y teniendo acceso a nuestro dinero; no les creamos cuando nos amenazan con un dios que nos mandará a “infierno”; miles de personas hermosas de la diversidad sexual nos demuestran claramente que son creación perfecta de Dios llenos de amor y de dones para aportar a l@s demás tan igual como cualquiera. Su existencia y su amor también nos animan a seguir viviendo y son testimonio de que una nueva humanidad sin exclusiones es posible.