La semana pasada, un informe del Consejo de Mujeres Awajún indicó que hay 524 denuncias de abuso y acoso sexual entre 2010 y 2024 contra docentes de la provincia de Condorcanqui, territorio awajún y wampis. Posteriormente, una vocera del gobierno territorial autónomo de la nación wampis precisó que en dicha provincia se denunciaron 175 docentes por estos delitos contra estudiantes wampis del nivel primaria y secundaria, pero solo 121 fueron separados en toda la provincia.

A pesar de que las denuncias vienen de dirigentes y organizaciones amazónicas, quien ocupa el cargo de ministro de Educación, Morgan Quero, afirmó que “es una práctica cultural que lamentablemente sucede en los pueblos amazónicos para ejercer una forma de construcción familiar con las jovencitas”. Posteriormente, para encubrir a su colega, la ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, insistió en que “se trata de prácticas culturales que debemos desterrar…”

Ambas declaraciones evidencian no haber prestado atención ni al informe ni a las denuncias, a cargo justamente de los pueblos amazónicos awajun y wampis, que no solo vienen rechazando los abusos sexuales desde hace años, sino que luchan por desterrar las prácticas abusadoras de docentes, combatiendo la impunidad con que muchos de ellos siguen operando. Impunidad facilitada por el desinterés y la ignorancia del ministro de Educación y sus apañadoras, como la ministra de la mujer y su presidenta Dina Boluarte. Sus errores y sus omisiones deberían llevar a la renuncia del ministro y la ministra, así como de su jefa, que al no destituirlos, asume las responsabilidades correspondientes.

Ahora bien, si no se trata de prácticas de pueblos amazónicos ¿hay alguna razón cultural en las violaciones por docentes, en su encubrimiento por el actual ministro de Dina Boluarte y en la relativización de la ministra de la Mujer ?

Sí. Se trata de lo que se ha llamado “cultura de la violación”, concepto usado para entender que la violación es un problema social y cultural que es aceptado y normalizado debido a actitudes sociales sobre el género, el sexo y la sexualidad [1]. Para combatirla, ONU Mujeres propone 16 medidas[2].

Al ministro y a la ministra protagonistas de los dislates reseñados, así como a su presidenta, se le podría recordar al menos estas: dejar de utilizar lenguaje que culpe a las víctimas, mostrar tolerancia cero ante la violencia y el acoso sexual, luchar contra la impunidad de los agresores, educar a la próxima generación desafiando estereotipos de género dañinos e invertir en organizaciones que apoyan a mujeres y promueven la igualdad de género, como el Consejo de Mujeres Awajun, el gobierno wampis y el programa Mujer de la asociación interétnica de desarrollo de la selva peruana – AIDESEP.

Mientras eso ocurre, nosotros y nosotras podemos desmarcarnos de la indolencia de los integrantes de este gobierno y practicar acciones a nuestro alcance: no reírnos ni hacer chistes que normalicen la violación, iniciar conversaciones sobre cómo eliminar la cultura de la violación, rechazar estereotipos de género dañinos, intervenir ante situaciones de acoso de la que seamos testigos y, eventualmente, escuchar y creer a las personas que hayan padecido violencia sexual. De esta manera avanzaremos hacia una sociedad segura para nuestras niñas y nuestros niños.


[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Cultura_de_la_violaci%C3%B3n

[2] https://www.unwomen.org/es/news/stories/2019/11/compilation-ways-you-can-stand-against-rape-culture