Ron Edson Vergara Capuñay y John Cari Mamani violaron y mataron a Laura Tapullima, de 13 años, en marzo del 2011. En ese entonces, Vergara tenía 19 años y Cari, 21. El primero estuvo preso solo dos meses, el segundo fue condenado a 6 años y 6 meses de cárcel. Hoy ambos están libres, y uno de ellos, Vergara Capuñay, es un policía en actividad en la comisaría de Flor de Amancaes en el Rímac.

Los asesinos rehicieron sus vidas, mientras la familia de Laura sigue exigiendo justicia y viviendo con las consecuencias emocionales de la muerte violenta de un ser querido.

El Octavo Juzgado Penal de Lima Norte archivó el caso de Roy Vergara por atenuante de rehabilitación. Al otro le dieron una pena leve en lugar de cadena perpetua. ¿Por qué sucedió esto?

Porque cuando una niñas, adolescente o mujer es asesinada en el Perú, el Estado, que la desprotegió, no corre con los gastos económicos que conllevan meter presos a los violadores y asesinos. Las familias tienen que usar el poco dinero que tienen, porque la mayoría de asesinadas en nuestro país son de condiciones económicas precarias, para poder conseguir un poco de justicia. Y un “poco” es literal, como lo demuestra que Vergara ahora sea un policía encargado de cuidar a la población, y Cari sea un transeúnte más de las calles de Lima.

La tía de la afectada señala que el abogado de Vergara se aprovechó de la situación de pobreza de la madre de Laura para ofrecerle 2000 soles con el fin de que testificara que Vergara era enamorado de Laura. En un Poder Judicial infestado de “hermanitos” y sin los cambios legales y sociales que actualmente se han dado, el que un hombre sea enamorado de una menor de 14 años, lo legitimaba para violarla y matarla. Sino, recordemos la casación del Santa, elaborada por César Hinostroza.